La finca ya está reservada, el fotógrafo contratado y la decoración floral elegida. El vestido está listo, después de varias pruebas y algunos retoques. El menú ya se ha confirmado y las invitaciones han sido enviadas. La lista de la boda va viento en popa y no puede haber destino mejor que el que habéis elegido para la luna de miel.
En resumen, después de meses de preparación todo está listo para el gran día… O eso creemos… ¿Seguro que no se olvida nada? Entre tus gustos, los de tu futuro marido y su familia, los nervios, el estrés que provoca la apretada agenda y la emoción del gran momento, puede que pases por alto algunas cosas que florecerán a última hora.
Llegó el gran día. Has dormido un poco mal por los nervios y ya están llamando a tu puerta: peluquero, maquillador y fotógrafo. Te dejan radiante y comienzas a enfundarte en tu precioso vestido de novia, te fotografías con tu madre y tus hermanas, incluso con esa amiga que ha venido a calmar tus nervios en los últimos momentos. ¡Está todo listo para salir de camino a la ceremonia!
Y así sucede. Bajas del coche y te dispones a entrar en la iglesia del brazo de tu padre que no puede contener las lágrimas. En ese momento empiezas a sudar y a gritar: “¡¡¡El ramo!!!”. Sí, muchas son las novias que se olvidan el ramo de flores en casa y sólo lo echan en falta en el momento en el que aparecen en la iglesia ante el novio esperando impaciente en el altar. O mucho peor, ¡¡¡los anillos!!!
Sí, el set de novia ya lo has preparado pero… ¿qué pasa con los invitados? Cuando organices tu boda es esencial que tomes tu tiempo para cuidar de tus invitados. Se trata de pequeñas cosas que no te llevarán mucho tiempo y que ellos agradecerán si se presenta un contratiempo.
Por ejemplo, prepara para ellos en los servicios un kit de emergencia con toallitas, vendas, aguja e hilo, maquillaje para retocarse, crema de manos, quitamanchas y cualquier cosita que pueda servirles de ayuda ante algún pequeño incidente. Entre un brindis y otro, ya se sabe.
No olvides ensayar tu mejor cara. Todos tenemos un perfil y una sonrisa preparada para el momento foto. Cuando realices tus pruebas del vestido, peinado y maquillaje, aprovecha para hacerte algunas fotografías. Pregunta a tu fotógrafo y pídele consejo sobre este tema.
Un flash será lo que más veas el gran día y, aunque es cierto que las fotografías deben ser naturales y espontáneas, no te vendrá mal ensayar tu pose preferida. Para ello, lo más recomendable es realizar una sesión de preboda, podréis enfrentaros juntos por primera vez ante la cámara y perder el miedo. Sí, sabemos que es un detalle en el que probablemente no hubieras caído. ¡Recuérdalo y enseña a todos orgullosa tu maravilloso álbum de boda con este pequeño truco.
Un aspecto que a menudo se pasa por alto por el futuro matrimonio es la ropa de los invitados, familiares y amigos. No es que debáis imponer un verdadero código de vestimenta, pero sería apropiado dar al menos un par de pautas tanto en los colores como en los estilos, sobre todo para que luzcan en armonía con la celebración en sí. Una buena opción sería consultar las tendencias en vestidos de fiesta para invitadas o cómo vestir en una boda de día o en la noche.
Otro aspecto que se pasa por alto es la ropa que llevarán los novios durante la preparación en la mañana previa a la boda. Tienes que tener en cuenta que debes lucir algo cómodo mientras te peinan y maquillan y que no suponga un inconveniente a la hora de quitarlo para colocarte el vestido de novia.
Si no cuentas en la organización de tu boda con un wedding planner, probablemente esto se te pase por alto. Diseña un plan B, es decir, una opción alternativa. Aunque tu boda sea en verano, el clima siempre puede sorprenderte. Si has pensado en realizar una celebración al aire libre, no estaría de más que contemplaras la opción de preparar un recinto cubierto por si la lluvia aparece. ¡Nada puede estropear el gran día! ¡Hay que ser previsora en un evento tan importante como éste!